Una de las primeras actividades de EL DORADO como asociación de Agitación Poética ha sido la coordinación de la sección CIUDADES INVISIBLES: VALENCIA, de la revista
Iguazú, editada por la Universidad del País Vasco. Para la selección de los poetas hemos querido fijar nuestra mirada en aquellos creadores que todavía no habían participado en ninguna de las publicaciones de EL DORADO buscando la máxima pluralidad de voces y miradas que actúan en los circuitos poéticos de Valencia. Además hemos buscado que haya una fuerte presencia femenina, por un lado, algunas voces de fuera de Valencia que viven y crean en la ciudad, por otro, y presencia del valenciano en su expresión poética.
Finalmente los poetas que aparecerán en la revista Iguazú, cuyo punto en común es su poesía crítica y consciente de su entorno, son:
Begonya Pozo
Els geranis
Per
Antonio Méndez Rubio
Sempre tornem al que
fórem:
aquells geranis rojos
quasi sense flor
en l’hivern que no
arriba
Pau Sif
Demà
tornem
Al goig de viure l’amor foll
I
més cafès amb un ditet de Terry
i
aquestes grans petites vanitats
de
calamars i d’entrepans o versos,
de
les cançons, canals o carrerons
que
en azimuts de fums alcen columnes
de
cants d’amor al nostre clar cambrer.
Cantem,
cantem, goliards, amics bells,
camins
estrets de fil d’aram del temps
que
la veu ve, però l’amor se’n va
com
el treball del ritme dels rapsodes,
com
les cançons d’estiu en cada platja,
com
el meu cos i els vostres cossos bruns.
Cantem,
ballem, amb el pudor ufà
dels
farallons verticals de colors
escarolats
en les mars retrobades.
I
posa’m vi, cambrer, que no tenim
dret
a cantar, però estigues tranquil,
demà
tornem que avui no et puc pagar.
[Viatger que
s’extravia ]
Sebastián Vítola
Canción
para un analgésico
Que
no duela la lluvia en la ventana:
el
niño perdido en la playa gris,
la
humedad del pasillo, la ruda en la puerta
casa
vacía, un útero que llama,
lejos
es un lugar que nunca va a existir.
Que
no duela las fotos amarillas,
la
naftalina trepada en el pulmón.
El
tartamudeo del incomprendido,
los
kilos de alguien que no quieren
y
el día nuevo más negro que el futuro
del
árbol seco la flor siempre creció.
Que
no duelan los ojos de conejo,
pastillas
en estéreo abrazando los parlantes,
el
gusto a cal en la tráquea y toda la noche que entra en la nariz.
Que
no duela el hombre, la anchura de un cielo negro,
los
proyectos en penumbra
y
el autorretrato de Vicente y la gasa en el costado.
Que
no duela el domingo… que no nos duela el amor.
Carmen Megías
Invertebrada
La bola no gira o lo hace tan deprisa
que ni siquiera se nota de este costado,
manos llenas, suaves,
un movimiento a la luz de la estrella
equis construye silencio en la columna.
Agotándose agazapada mira por la
ventanilla llena de voces,
estremecida se alivia con la que crece
y decrece y se llena y vacía de nuevo,
llena de incomprensión, vacía de
mundo y tierra,
vacía de luz en una noche como
cualquiera y esa punta,
flecha de trayectoria dual dividida
evocando carácter al perfil de las letras.
Ha enloquecido el aire sobre el tejado
rojizo de un apego en blanco y negro,
una mecedora de mimbre mece sus cuerpos
invertebrados en la orilla,
se va cogiendo y sigue meciéndose la
silla en el porche de la lluvia.
Lorena del Hierro
Háblale
Háblale de la
calle de la luz que enrojece la carne,
háblale del estanque de
piedra
de lo lejos de las zapatillas con los cordones
así,
háblale de la mesa y sus miserias,
de lo callado del
lugar cerca de la salida,
de siete cabezas de tigre mordiendo un
pedazo de sueño
háblale del calor,
de lo inmenso de un unos
dedos al rozar,
de las palabras que se rompen en los dientes.
De los hijos que no maman háblale,
del resto del insulto
dentro de la boca,
háblale del tumor
de las escupideras
invisibles
de la música turbadora
de los días raros,
de
que las flores huelen a hermético
y los perros no miran hacia
atrás,
de la lluvia que no empapa las caderas intangibles
de
un río háblale.
Háblale y dile que la cantidad no funciona
que los ciclos ciclos son
que la sonrisa es una mala actriz
y
que del cielo caen los muebles desordenados, otra vez.
Dile que la vieja
es el fantasma que camina haciendo sombras con un plato y un vestido
azul.
Clara Carbonell
Búscame
que vengo lenta,
la
nocturna dejó Balancearse
para
vagar en Cielo Torvo.
Manantial
del acoso celeste,
turbina
de un amor en quiebra,
recoge
una a una las migas de este pastel
que
un día nos dio la sonrisa,
barre
el lodo de la memoria
y
méceme sobre la loca maraña de los excesos.
Muéstrame
el blanco donde hubo sangre,
donde
nos habitó la miel, el beso,
enséñame
la desnutrida siembre
que
alimentó mejillas
y
calor entre labio y labio.
Desciende
por la piel del desencanto,
dame
fuerzas para sostener el bastón de la caricia,
riega,
inflama, dilata la compasión que me queda
para
desligar la toxicidad a un suspiro.
Abrir
de nuevo,
ver
el vértigo de la ceniza.
Raúl Lago
Para
que un bocadillo
no
te agriete el cielo
hay
que darle la vuelta...
y
que no se sepa lo que lleva dentro
jamón
o mortadela
queso
o mondas de naranja.
Para
que un bocata
no
te raje el vientre
hay
que darle mordiscos pequeños
para
disimular el hambre
y
olvidar
que
los meses son adultos.
Para
que un bocadillo
no
te rompa el cielo
hay
que compartirlo
follar
en un cajero
y
dormir descalzo
con
una alfombra de cartón
a
la puerta de tu casa.
La revista estará en las librerías a partir de noviembre, momento en el que organizaremos una presentación en Valencia y otras ciudades españolas.