sábado, 28 de noviembre de 2009

José Viñals

José Viñals, Marta, Antoñita y yo.


De Antonio Martínez i Ferrer




Hoy ha fallecido José Viñals, entre la tarde y la siesta su aliento se ha detenido para siempre.

Mi amigo José un hombre bueno en toda la extensión de la palabra, cualidad tan poco común en nuestros días, si un hombre bueno y además una de las voces mas hermosas que el mundo de la poesía ha tenido en la mitad del siglo pasado y las primeras palpitaciones del siglo que ha comenzado.

De su extensa obra seguro que a no tardar se ocuparan los entendidos en la materia, yo un aprendiz de poeta solo se de las emociones que sus poemas y narraciones me han provocado, entre ellas quiero mencionar unas pocas Nicolasa verde o nada, Señor ruiseñor, Miel de avispa, Huellas dactilares, Elogio a la miniatura, y esa joya de la lírica Mi ritrovai per una selva oscura, entre otras muchas.

Conocí a Jose y a Marta su compañera y a dos de sus hijos en Alzira en la Editorial Germanía, que regentan mis hijos junto a otros socios. Aquella tarde alrededor de una paella en mi casa de La barraca charlamos y nos conocimos, comenzando una hermosa amistad que se ha mantenido hasta la fecha.

A José he de agradecer el estar en este mundo de la poesía pues ante la lectura de los poemas de El rumor del patio me alentó a que los editase, escribiendo el prólogo el mismo. Yo por mi parte solo puedo agradecer haberle conocido y haber tenido el honor de tener su amistad.

Gracias José por ser un hombre y un poeta excepcional.

Descansa en paz.

En su memoria estos tres poemas de Elogio de la miniatura



(de Elogio de la miniatura)

Lentas las piedras
y más lentos los pájaros.
Comienza el mundo
a detenerse.

El sencillo
argumento
de la vida:
libando
ha muerto
el colibrí.

Son estorbo
las vísceras.
Es estorbo
la orina.
Y la sangre.
Y el alma.

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