a mi abuelo Bernardo
por contármelo todo
Corrían ajenos a sus pantalones cortos grises
saltando el peligro reclamado de besos y zurcidos
Los veranos eran dulces en la sierra de Carlet
Griterío, cántico de pájaros
Apenas cien centímetros del suelo
El herrero le despidió con mano ruda
De nervios afilados y quemados
Allá iba la chiquillería
Gorjeo de niños alejados
Vuelta la esquina
Ya no quedan de esos
La libertad de los niños ha sido sacrificada
Todos sabían adónde iban: hacía calor
Olía el aire a chocolate nuevo
Era un verano de miel
Y ellos eran libres
La fábrica de chocolate bañaba el campo
De olores y sueños de domingo en la plaza
Salía el agua a borbotones
-Ese aroma, ese ruido, ese recuerdo endulzado-
Teñía de marrón el agua de la acequia
Corriendo llegaban, corriendo se zambullían
Y corriendo salían perseguidos de ira y garrote.
Una vez un niño se ahogó.
Era muy pequeñito.
“Pero volvimos al día siguiente. Siempre volvíamos”
2 comentarios:
muy bien, Ali
subyuga por la elipsis, induce por la memoria, no impone, se abre.
tiene más de una lectura.
muy bien
Vik
Gracias. gracias. gracias. Estoy contenta de haber sido capaz de escribir este poema. ha sido un paso más.
un abrazote
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