jueves, 28 de agosto de 2008

La acequia de chocolate

a mi abuelo Bernardo

por contármelo todo


Corrían ajenos a sus pantalones cortos grises

saltando el peligro reclamado de besos y zurcidos

Los veranos eran dulces en la sierra de Carlet

Griterío, cántico de pájaros

Apenas cien centímetros del suelo

El herrero le despidió con mano ruda

De nervios afilados y quemados

Allá iba la chiquillería

Gorjeo de niños alejados

Vuelta la esquina

Ya no quedan de esos

La libertad de los niños ha sido sacrificada

Todos sabían adónde iban: hacía calor

Olía el aire a chocolate nuevo

Era un verano de miel

Y ellos eran libres

La fábrica de chocolate bañaba el campo

De olores y sueños de domingo en la plaza

Salía el agua a borbotones

-Ese aroma, ese ruido, ese recuerdo endulzado-

Teñía de marrón el agua de la acequia

Corriendo llegaban, corriendo se zambullían

Y corriendo salían perseguidos de ira y garrote.

Una vez un niño se ahogó.

Era muy pequeñito.

“Pero volvimos al día siguiente. Siempre volvíamos”



2 comentarios:

Víktor Gómez Valentinos dijo...

muy bien, Ali

subyuga por la elipsis, induce por la memoria, no impone, se abre.

tiene más de una lectura.

muy bien

Vik

ALICIA MARTÍNEZ dijo...

Gracias. gracias. gracias. Estoy contenta de haber sido capaz de escribir este poema. ha sido un paso más.

un abrazote