Gracias a la magnífica mano de Laura, de la asociación toledana Lenguadegato, disponemos de estas fotos de la Jam de febrero. Mil gracias. La Jam la dedicamos a dar a conocer la acertada voz de Wislawa Szymborska (al final los poemas que leímos)
Vicenta, se emocionó leyendo un poema de Manuel Palencia.
Maite, del grupo literario Arrendajos
Mag, como siempre, estuvo fantástico.
Valle, La Voz de Poesía a Des-Tajo
Una servidora
Manuel Palencia nos regaló algunos de sus poemas
Isaac supo llegar al corazón de todos
Vicenta, se emocionó leyendo un poema de Manuel Palencia.
Maite, del grupo literario Arrendajos
Mag, como siempre, estuvo fantástico.
Valle, La Voz de Poesía a Des-Tajo
Una servidora
Manuel Palencia nos regaló algunos de sus poemas
Isaac supo llegar al corazón de todos
Lectura
No ser un púgil, Musa, es como no ser
nada.
Nos negaste un auditorio enardecido.
Hay doce personas en la sala,
es hora de empezar.
La mitad vino porque llueve,
Los demás son parientes. Musa.
Las mujeres podrían desmayarse en esta
tarde de otoño,
y lo harán, pero sólo frente al ring.
Escenas dantescas sólo allí.
Y el éxtasis. Musa.
No ser un boxeador, ser un poeta,
con una condena a poemas forzados,
y a falta de músculos mostrarle al
mundo
-en el mejor de los casos- una lectura
escolar en el futuro.
Oh Musa. Oh Pegaso,
ángel equino.
En la primera fila un viejecito sueña
dulcemente
que su difunta esposa ha vuelto de la
tumba
para hornearle una tarta de ciruelas.
Con fuego, pero no muy alto, porque se
quema la tarta,
comenzamos la lectura, Musa.
Reseña biográfica
Poeta y ensayista polaca nacida en
Kórnik, Poznan, en 1923.
Vivió en Cracovia desde que su
familia se trasladó allí en 1931. Estudió Literatura Polaca y
Sociología en la Universidad Jagiellonian, dedicándose desde
entonces al ejercicio literario.
Con su primera publicación "Busco
la palabra" en 1945, seguida de "Por eso vivimos" en
1952 y "Preguntas planteadas a una misma" en 1954, logró
situarse en los primeros planos del panorama literario europeo.
"Apelación al Yeti" en 1957, "Sal" en 1962,"En
el puente" en 1986, "Fin y principio" en 1993 y "De
la muerte sin exagerar" en 1996, contienen parte de su restante
obra.
Fue galardonada con importantes
premios, entre los que se destacan, Premio del Ministerio de Cultura
Polaco 1963, Premio Goethe 1991, Premio Herder 1995 y Premio Nobel
de Literatura 1996. Recibió además el título de Doctor Honorífico
de la Universidad Adam Mickiewicz en Poznan, 1995.
Falleció el 1° de febrero de 2012.
©
Bajo una pequeña estrella
Que me disculpe la coincidencia por
llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a
pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por
considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas
si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho
mundo pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por
considerar al nuevo el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer
flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por
pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde
el abismo el disco de un minué.
Que me disculpe la gente en las
estaciones por el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por
reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr
con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo,
en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo
punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave
disecada.
Que me disculpe el árbol talado por
las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas
por las pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada
atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que
arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas
veces.
Que me perdone todo por no poder estar
en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser
cada uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica
porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome
prestadas palabras patéticas
y que me esfuerce después para que
parezcan ligeras.
Busco la palabra
Quiero definirlos en una sola palabra:
¿Cómo son?
Tomo las palabras corrientes, robo de
los diccionarios,
mido, peso e investigo.
Ninguna
responde
La más valiente – cobarde,
La más desdeñosa – aún santa
La más cruel – demasiado
misericordiosa,
La más odiosa - poco porfiada.
Esta palabra debe ser como un volcán,
que pegue, arrastre y derribe,
como la temerosa ira de Dios,
como el hervor del odio.
Quiero que ésta una sola palabra
esté impregnada de sangre,
que como los muros del calabozo
encierre en sí cada tumba colectiva.
Que describa precisa y claramente
quienes eran - todo lo que pasó.
Porque lo que oigo,
lo que se escribe,
resulta poco,
siempre poco.
Nuestra habla es endeble,
sus sonidos de pronto - pobres.
Con empeño busco ideas,
busco esta palabra -
y no la encuentro.
No la encuentro.
Escrito por Wislawa Szymborska cuando
no había cumplido 22 años.
Publicado el 14 de marzo de 1945 en
Dziennik Krakowski (Diario de Cracovia).
Cálculo elegíaco
Cuántos de los que he conocido
(si de verdad los he conocido)
hombres, mujeres
(si esta división sigue vigente),
han atravesado este umbral
(si esto es un umbral),
han cruzado este puente
(si se puede llamar puente).
Cuántos después de una vida más
corta o más larga
(si para ellos en eso sigue habiendo
alguna diferencia),
buena porque ha empezado,
mala porque ha acabado
(si no prefirieran decirlo al revés),
se han encontrado en la otra orilla
(si se han encontrado
y si la otra orilla existe).
No me es dado saber
cuál fue su destino
(ni siquiera si se trata de un solo
destino,
y si es todavía destino).
Todo
(si con esta palabra no lo delimito)
ha terminado para ellos
(si no lo tienen por delante).
Cuántos han saltado del tiempo en
marcha
y se pierden a lo lejos con una
nostalgia cada vez
mayor.
(si merece la pena creer en
perspectivas).
Cuántos
(si la pregunta tiene algún sentido,
si se puede llegar a la suma final
antes de que el que cuenta se cuente a
sí mismo)
han caído en el más profundo de los
sueños
(si no hay otro más profundo).
Hasta la vista.
Hasta mañana.
Hasta la próxima.
Ya no quieren
(si es que no quieren) repetirlo.
Condenados a un interminable
(si no es otro) silencio.
Ocupados sólo con aquello
(si es sólo con aquello)
a lo que los obliga la ausencia.
De "Fin y principio" 1993
Versión de Abel A. Murcia
Descubrimiento
Creo en el gran descubrimiento.
Creo en el hombre que hará el
descubrimiento.
Creo en el terror del hombre que hará
el descubrimiento.
Creo en la palidez de su rostro,
la náusea, el sudor frío en su labio.
Creo en la quema de las notas,
quema hasta las cenizas,
quema hasta la última.
Creo en la dispersión de los números,
su dispersión sin remordimiento.
Creo en la rapidez del hombre,
la precisión de sus movimientos,
su libre albedrío irreprimido.
Creo en la destrucción de las
tablillas,
el vertido de los líquidos,
la extinción del rayo.
Afirmo que todo funcionará
y que no será demasiado tarde,
y que las cosas se desvelarán en
ausencia de testigos.
Nadie lo averiguará, no me cabe duda,
ni esposa ni muralla,
ni siquiera un pájaro, porque bien
puede cantar.
Creo en la mano detenida,
creo en la carrera arruinada,
creo en la labor perdida de muchos
años.
Creo en el secreto llevado a la tumba.
Para mí estas palabras se remontan por
encima de las reglas.
No buscan apoyo en ejemplos de ninguna
clase.
Mi fe es fuerte, ciega y sin ningún
fundamento.
De "Fin y principio" 1993
Versión de Gerardo Beltrán
Discurso en el depósito de objetos
perdidos
Perdí algunas diosas en el camino de
sur a norte,
y también muchos dioses en el camino
de este a oeste.
Se me apagaron para siempre un par de
estrellas, ábrete cielo.
Se me hundió en el mar una isla, otra.
Ni siquiera sé exactamente dónde dejé
las garras,
quién trae mi piel, quién vive en mi
concha.
Mis hermanos murieron cuando me
arrastré a la orilla
y sólo algún huesito celebra en mí
ese aniversario.
Salté de mi pellejo, perdí vértebras
y piernas,
me alejé de mis sentidos muchísimas
veces.
Desde hace mucho cerré mi tercer ojo
ante todo esto,
me despedí de todo con la aleta, me
encogí de ramas.
Se esfumó, se perdió, se dispersó a
los cuatro vientos.
Yo misma me sorprendo de mí misma, de
lo poco que quedó
de mí:
un individuo aislado, del género
humano por ahora,
que sólo perdió su paraguas ayer en
el tranvía.
De "Si acaso" 1978
Versión de Gerardo Beltrán
Entierro II
"Tan de repente, quién lo hubiera
dicho"
"los nervios y el tabaco, yo se lo
advertí"
"más o menos, gracias"
"desenvuelve estas flores"
"su hermano también murió del
corazón, seguramente es de familia"
"con esa barba jamás lo hubiera
reconocido a usted"
"él tiene la culpa, siempre
andaba metido en líos"
"he de hablarle pero no lo veo"
"Casimiro está en Varsovia, Tadeo
en el extranjero"
"tú sí que eres lista, yo no
pensé para nada en el paraguas"
"qué importa que fuera el mejor
de ellos"
"es un cuarto de paso, Bárbara no
estará de acuerdo"
"es cierto, tenía razón, pero
eso no es motivo"
"barnizar la puerta, adivina por
cuánto"
"dos yemas, una cucharada de
azúcar"
"no era asunto suyo, por qué se
metió"
"todos azules y sólo números
pequeños"
"cinco veces, y nunca contestó
nadie"
"vale, quizá yo haya podido, pero
tú también podías"
"menos mal que ella tenía ese
empleo"
"no lo sé, tal vez sean
parientes"
"el cura, un verdadero Belmondo"
"no había estado nunca en esta
parte del cementerio"
"soñé con él hace una semana,
fue como un presentimiento"
"mira qué guapa la niña"
"no somos nadie"
"denle a la viuda de mi parte...
tengo que llegar a"
"y sin embargo en latín sonaba
más solemne"
"se acabó "
"hasta la vista, señora"
"¿qué tal una cerveza?"
"llámame y hablamos"
"con el tranvía cuatro o con el
doce"
"yo voy por aquí"
"nosotros por allá"
De "Gente en el puente" 1986
Versión de Abel A. Murcia
Fin y principio
Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.
Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.
Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.
Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un vidrio en la ventana
y la puerta en sus goznes.
Eso de fotogénico tiene poco
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.
A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.
Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.
Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.
Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.
En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.
De "Fin y principio" 1993
Versión de Abel A. Murcia
Fotografía de la muchedumbre
En la fotografía de la muchedumbre
mi cabeza es la séptima de la orilla,
o tal vez la cuarta a la izquierda,
o la veinte desde abajo;
mi cabeza no sé cuál,
ya no una, no única,
ya parecida a las parecidas,
ni femenina, ni masculina,
las señales que me hace
son ningunos rasgos personales;
quizás la ve el Espíritu del Tiempo,
pero no la mira;
mi cabeza estadística
que consume acero y cables
tranquilísima, globalísimamente;
sin la vergüenza de ser una
cualquiera,
sin la desesperación de ser cambiable;
como si no la tuviera en absoluto
a mi manera y por separado;
como si se hubiera desenterrado un
cementerio
lleno de anónimos cráneos
en un aceptable estado de conservación
a pesar de su mortalidad;
como si ya hubiera estado allá
-mi cabeza, una cualquiera, ajena-
donde, si recuerda algo,
sea tal vez el profundo futuro.
De "Si acaso" 1978
Versión de Abel A. Murcia
La realidad exige...
La realidad exige
que lo digamos bien claro:
la vida sigue su curso.
Sucede así en Cannas y en Borodinó,
en los llanos de Kosovo y en Guernica.
Hay una gasolinera
en una pequeña plaza de Jericó,
hay bancos recién pintados
cerca de Bila Hora.
Las cartas van y vienen
entre Pearl Harbor y Hastings,
pasa un camión de muebles
bajo la mirada del león de Queronea
y solo un frente atmosférico amenaza
los florecientes jardines cercanos a
Verdún.
Hay tanto de Todo
que lo que hay de Nada queda muy bien
cubierto.
De los yates de Accio
llega la música
y en la cubierta, al sol, bailan las
parejas.
Pasan siempre tantas cosas
Que seguro tienen que pasar en todas
partes.
Donde hay piedra sobre piedra
hay un carro de helados
cercado por los niños.
Donde estaba Hiroshima
de nuevo está Hiroshima
y se siguen produciendo
objetos de uso cotidiano.
No le faltan encantos a este hermoso
mundo
ni tampoco amaneceres
para los que merece la pena despertar.
En los campos de Macejowice
La hierba es verde,
y en la hierba, como pasa en la hierba,
la escarcha, transparente.
Quizá no haya un lugar que no haya
sido un campo de batalla,
los aún recordados,
los hoy ya olvidados,
bosques de cedros y bosques de
abedules,
nieves y arenas, pantanos irisados
y barrancos de negro fracaso
donde en caso de urgencia
satisfacemos ahora nuestras
necesidades.
Qué moraleja sale de todo esto: parece
que ninguna.
Lo que de verdad sale es la sangre que
seca rápida
y siempre algunos ríos, algunas nubes.
En esos desfiladeros trágicos
el viento se lleva los sombreros,
y es inevitable:
la imagen nos da risa.
De "Fin y principio" 1993
Versión de Abel Murcia
Las cuatro de la madrugada
Hora de la noche al día.
Hora de un costado al otro.
Hora para treintañeros.
Hora acicalada para el canto del gallo.
Hora en que la tierra niega nuestros
nombres.
Hora en que el viento sopla desde los
astros extintos.
Hora
y-si-tras-de-nosotros-no-quedara-nada.
Hora vacía.
Sorda, estéril.
Fondo de todas las horas.
Nadie se siente bien a las cuatro de la
madrugada.
Si las hormigas se sienten bien a las
cuatro de la madrugada,
habrá que felicitarlas. Y que lleguen
las cinco,
si es que tenemos que seguir viviendo.
De "Llamando al Yeti" 1957
Versión de Gerardo Beltrán
Las tres palabras más extrañas
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al
pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
la destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna
no-existencia.
Parábola
Ciertos pescadores sacaron del fondo
una botella.
Había en la botella un papel, y en el
papel estas palabras:
"¡Socorro!, estoy aquí. El
océano me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda.
¡Dense prisa. Estoy aquí!"
-No tiene fecha. Seguramente es ya
demasiado tarde.
La botella pudo haber flotado mucho
tiempo, dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado. Ni
siquiera se sabe en qué océano,
dijo el pescador segundo.
-Ni demasiado tarde ni demasiado lejos.
La isla "Aquí" está en todos lados,
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó
el silencio.
Las verdades generales tienen ese
problema.
De "Sal" 1962
Versión de Gerardo Beltrán
Posibilidades
Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del
Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los
médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a
rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir
poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no
exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la
demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los
conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al
infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las
primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor
sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin
cortar.
Prefiero los ojos claros porque los
tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he
mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda
y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la
posibilidad
de que el ser tiene su razón.
De "Gente en el puente" 1986
Versión de Gerardo Beltrán
Prospecto
Soy un tranquilizante.
Funciono en casa,
Soy eficaz en la oficina,
me siento en los exámenes,
Comparezco ante los tribunales,
pego cuidadosamente las tazas rotas:
sólo tienes que tomarme,
¡ disolverme bajo la lengua,
tragarme,
sólo tienes que beber un poco de agua.
Sé qué hacer con la desgracia,
cómo sobrellevar una mala noticia,
disminuir la injusticia,
iluminar la ausencia de Dios,
escoger un sombrero de luto que quede
bien con una cara.
A qué esperas,
confía en la piedad química.
Eres todavía un hombre (una mujer)
joven,
deberías sentar la cabeza de algún
modo.
¿Quién ha dicho
que la vida hay que vivirla
arriesgadamente?
Entrégame tu abismo,
lo cubriré de sueño,
me estarás agradecido (agradecida)
por haber caído de pies.
Véndeme tu alma.
No habrá más comprador.
Ya no hay otro demonio.
De "Si acaso" 1978
Versión de Abel A. Murcia
Puede ser sin título
Ocurre que estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un suceso banal
que no pasará a la historia.
No son batallas ni pactos
cuyas causas se investigan,
ni ningún tiranicidio digno de ser
recordado.
Y sin embargo estoy sentada junto al
río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
tengo que haber venido de algún lado
y antes
haber estado en muchos otros sitios,
exactamente igual que los descubridores
antes de subir a cubierta.
El instante más fugaz también tiene
su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Y son tan reales sus horizontes
como los de los prismáticos de los
estrategas.
El árbol es un álamo que hace mucho
echó raíces.
El río es el Raba, que fluye desde
hace siglos.
No fue ayer cuando el sendero
se formó entre los arbustos.
El viento, para disipar las nubes
antes tuvo que traerlas.
Y aunque no sucede nada en los
alrededores,
el mundo no es más pobre en sus
detalles,
ni está peor justificado ni menos
definido
que en la época de las grandes
migraciones.
No sólo a las conjuras acompaña el
silencio.
Ni sólo a los monarcas un séquito de
causas.
Y pueden ser redondos no sólo los
aniversarios,
sino también las piedras solemnes de
la orilla.
Complejo y denso es el bordado de las
circunstancias.
Tejido de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas en el que se enhebra un
tallo.
Por alguna causa yo estoy aquí y miro.
Sobre mi cabeza una mariposa blanca
aletea en el aire
con unas alas que son solamente suyas,
y una sombra sobrevuela mis manos,
no otra, no la de cualquiera, sino su
propia sombra.
Ante una visión así, siempre me
abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo
insignificante.
De "Fin y principio" 1993
Versión de Gerardo Posada
Si acaso
Podía ocurrir.
Tenía que ocurrir.
Ocurrió antes. Después.
Más cerca. Más lejos.
Ocurrió; no a ti.
Te salvaste porque fuiste el primero.
Te salvaste porque fuiste el último.
Porque estabas solo. Porque la gente.
Porque a la izquierda. Porque a la
derecha.
Porque llovía. Porque había sombra.
Porque hacía sol.
Por fortuna había allí un bosque.
Por fortuna no había árboles.
Por fortuna una vía, un gancho, una
viga, un freno,
un marco, una curva, un milímetro, un
segundo.
Por fortuna una cuchilla nadaba en el
agua.
Debido a, ya que, y en cambio, a pesar
de.
Qué hubiera ocurrido si la mano, el
pie,
a un paso, por un pelo,
por casualidad,
¡Ah, estás? ¿Directamente de un
momento todavía entreabierto?
¿La red tenía un solo punto, y tú a
través de ese punto?
No dejo de asombrarme, de quedarme sin
habla.
Escucha
cuán rápido me late tu corazón.
De "Si acaso" 1978
Versión de Abel A. Murcia
Un encanto
Con que quiere felicidad,
con que quiere la verdad,
con que quiere eternidad,
¡vaya, vaya!
Apenas si acaba de distinguir el sueño
de la vigilia,
apenas si acaba de darse cuenta de que
él es él,
apenas si acaba de labrar su mano,
descendiente de una aleta,
el pedernal y el cohete,
es fácil ahogarlo en la cuchara del
océano,
demasiado poco ridículo incluso como
para hacer reír al vacío,
con los ojos sólo ve,
con los oídos sólo oye,
el récord de su habla es el modo
potencial,
con la razón vitupera a la razón,
en una palabra: casi nadie,
pero con la cabeza llena de libertad,
de omnisciencia
y de existencia
más allá de la estúpida carne,
¡vaya, vaya!
Porque quizá sí exista,
haya sucedido de verdad
bajo una de las pueblerinas estrellas.
A su modo, dinámico y movido.
Para ser una miserable degeneración
del cristal,
bastante sorprendido.
Para haber tenido una difícil infancia
en la obligatoriedad
de la manada,
no está mal como individuo.
¡Vaya, vaya!
A seguir así, así aunque sea un
instante,
¡a través del abrir y cerrar de ojos
de una pequeña galaxia!
A ver si tenemos por fin una idea,
aproximada al menos,
de qué va a ser, ya que ya es,
Y es obstinado.
Obstinado, hay que admitirlo, mucho.
Con ese aro en la nariz, con esa toga,
con ese suéter.
Queramos o no, un encanto.
Pobrecito.
Un verdadero hombre.
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